Recientemente he hecho un viaje en tren, y no uno de cercanías que van a de Madrid a Alcalá o a Fuenlabrada o a Las Rozas,… si no en un regional, que van rápido a través de campos y montañas, y he recuperado el placer del viaje en tren. La verdad es que hacía mucho que lo utilizaba para moverme así, y ha resultado ser una experiencia muy grata. Viajar en tren es como viajar en avión sólo que con ventana grande en lugar de ventanilla enana y con un paisaje mucho más cercano, esto último no deja de ser una obviedad como la copa de un pino pero mi comentario va en un sentido más literario.
Este tren de media distancia está igual a como lo deje hace más de 10 años. Los mismos sillones que intentan ser cómodos sin conseguirlo del todo, un revisor con gorra (la misma de siempre) que me ha picado el billete (que he comprado por teléfono J), y el logo de RENFE es distinto de cuando lo dejé (que por cierto ahora no se llama RENFE, si no GIF). He tenido suerte pues ha sido un día muy bonito y ese paisaje cercano estaba precioso lleno de árboles verdes y montes grandiosos,… y de repente la llegada a Madrid casi sin darme cuenta.